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Por: Raúl Mondragón.
"Alguien que ama no insulta ni maltrata".(1)
Esta es una idea que debería ser muy clara, sobre todo para quien se
ostenta como cristiano. Debido al hecho de que es frecuente en los foros
de debate cristiano el afán de descalificarse unos a otros; cada día
impera la actitud de exclusivismo e intolerancia, lo que evidentemente
perjudica las relaciones entre los que se dicen “hermanos”, que
apropósito se valen de versículos bíblicos aislados, para sostener sus
propios prejuicios e ideas sesgadas y nunca dan cavidad a una reflexión
seria, puesto que se la viven reaccionando.
Recientemente alguien colocaba el siguiente versículo:
"Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he
guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. (Juan
15:10)
Como un exhorto a "guardar el Sábado”, casi se podía
advertir un suspiro de orgullo y satisfacción por parte del autor; lo
cierto es que no es la primera vez que ese versículo es mal utilizado
en esta forma.
Analizando el texto.
En primer
lugar este versículo se encuentra en la conocida “Parábola de la Vid”
cuyo eje fundamental se halla en: La unidad, la permanencia y llevar frutos.
Jesús pone en paralelo la relación de los discípulos con él y la suya
con el Padre. En ambos casos es la fidelidad propia del mismo amor. Y
aquí vamos notando el indicio del tema para el texto usado.
Al leer versículo anterior (9):
“Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. "
Aquí se puede advertir una invitación a “Permanecer” en el amor. ¿Y cómo Permanecemos en su amor?
Algo notable es que Juan 15 está acompañado del "qué" y del "cómo" y justamente el versículo 10 lo indica:
“Si guardaréis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo
he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.”
Luego entonces cumplir (guardar) sus mandamientos equivale a
mantenerse (permanecer) en su amor. La pregunta entonces en este punto
es ¿cómo guardo los mandamientos?
Los mandamientos (en
plural) o encargos de su Padre a Jesús se identifican con su misión:
Salvar a la humanidad (Juan 13:17;12:47). Se entiende como la “Obra de
Dios” , la cual implica una acto de amor. Aunque suena a cliché
evangélico, no está de más afirmar en esta parte que la razón por la
cual Dios actúa en la creación es por amor, y por amor se ha manifestado
de diversas maneras a la humanidad para reconciliar a la humanidad con
la divinidad.
Ese llamado, a su vez, es seguido con un ejemplo:
"Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos". (Juan 15:13 LBA)
Jesús insiste en la necesidad de la praxis como criterio de la unión
con Él. No existe amor a Jesús ni vida bajo su influjo si no desemboca
en el compromiso por los otros. (2) Esto lo podemos notar a través de
los escritos de Juan; es obvio que el amar equivale a llevar una vida
obediente; tal como lo refiere el CBA :
“Los mandamientos
de Jesús eran también los mandamientos de su Padre, pues Jesús no
hablaba por sí mismo (12: 49; 14: 10). El respaldó las órdenes de
carácter moral dadas al antiguo Israel y magnificó esos mandamientos... ”
(3)
Es de toral relevancia que aun Jesús presentó sus propios
requerimientos, tales como el nuevo mandamiento (Juan 13: 34), que
repite apenas un par de versículos adelante (Juan 15:12) (4) Como ya se
ha hecho notar el amor puesto en acción es el móvil impelente de la
obediencia.
Por otro lado no se ha dejado el tema de la vid,
porque la perfecta armonía es el estado natural de los sarmientos. ¿Cómo
nos ha amado Cristo? ¿Qué límite puso sobre su amor hacia nosotros?
Entonces, que ese pensamiento sea nuestra guía cuando pensamos en poner
límites sobre nuestro amor los unos por los otros.
Conclusión:
No habla aquí de obediencia formal, más bien de “comunión en base al
amor”. Por lo tanto, es evidente que no se está refiriendo a "guardar
el sábado". Jesús da un criterio objetivo de su relación con él y con
Él Padre: El amor en acción.
Cuando Jesús llama a sus
seguidores a permanecer en él, lo hace recordando el valor fundamental
que mueve la relación de Dios consigo mismo, y con la creación: el
amor; concepto que muchos profesos cristianos parecen olvidar en el afán
de enfatizar su peculiar punto de vista, y muchas veces, sin siquiera
pretenderlo revisten de legalismo a la Palabra de Dios.
Referencias
(1) Lucía Etxebarria Asteinza 1966-?. Escritora española.
(2) Juan Mateos , El evangelio de Juan: análisis lingüístico y
comentario exegético (Terrazas, España: Ediciones Cristiandad), 662 .
(3)Comentario Biblico Adventista T5 pag 223
(4) Ibit. No para reemplazar alguno de los preceptos morales -que
reflejaban el carácter del Dios inmutable- sino para presentar su
verdadero significado y para mostrar cómo sus principios debieran ser
aplicados a las diversas situaciones de la vida.
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