domingo, 22 de abril de 2012

EL ORIGEN DE LAS COSAS...



Por: Raúl Mondragón

Cuando alguien contesta una llamada telefónica en México, es muy común que digamos-¿Bueno?  Solo  aquí lo decimos, en los demás países de América Latina preguntan “¿Aló?”; pero aquí “¿Bueno?” pero, ¿Por qué  lo decimos?

La razón por la que se contesta con esa palabra, tiene su origen a finales del siglo XIX cuando en México comenzó el servicio de telefonía. En esas épocas las líneas no estaban conectadas unas con otras, sino que todas se enlazaban a una central, donde una operadora era la que se encargaba de enlazar las llamadas. La tecnología que se usaba no era muy avanzada por lo que era muy común que el enlace de las llamadas fallara constantemente, es por eso que cuando una persona se comunicaba a la central para pedir un enlace de una llamada, la operadora contestaba preguntando -¿Bueno? para verificar que la conexión estuviera “buena” y se pudiera enlazar. Al escuchar esto la otra persona confirmaba que la conexión había sido exitosa y para ello respondía -Bueno.

De ahí nació esta costumbre de responder -¿Bueno?- cada vez que recibimos una llamada telefónica. Y también esa es la misma razón por la que cuando se prueba un micrófono se dice -Bueno.[1]  Interesante ¿verdad?

Evidentemente fue un recurso apropiado para su momento y obviamente con el avance de la tecnología, los teléfonos móviles y el identificador de llamada esa “costumbre” de contestar así, quedara en obsoleta…bueno…tal vez no se acabará, digo tal vez, porque el ser humano difícilmente deja una costumbre o habito. Aunque no tenga la menor idea de porque lo hace. La realidad es que estamos llenos de  prácticas, conceptos y palabras, que sin saber realmente cual es origen los usamos con denuedo.

Fondo de Inversión
Específicamente  existe una práctica y concepto muy singular, que me ha intrigado siempre dentro del movimiento adventista. Me refiero a el llamado “fondo de inversión”, del cual se dice que es un “plan de inversión” de Escuela Sabática.

Seguramente todos hemos escuchado historias donde una madre afligida por su hijo enfermo, en oración decidió ponerlo en “fondo de inversión”, e incluso dedico en ese momento a su hijo para el ministerio pastoral, o la tradicional historia de aquel manzano que no producía,  hasta que el dueño, lo puso en fondo de inversión. Historias como estas resuenan a lo largo y ancho del país. El común denominador, (e incluso se promueve así) es poner a Dios como socio, en esta inversión.
Evidentemente  me surgen muchas preguntas: ¿Se puede hacer una sociedad de inversión con Dios? ¿Es correcto el término? ¿La práctica es adecuada?  Por ello es importante  que analicemos y definamos claramente este concepto.

Conceptos
En términos muy simples los fondos de inversión, son un mecanismo de ahorro. Es una sociedad que organiza un grupo de inversionistas que buscan un fin común; existen sociedades de inversión de muchos tipos. Por otro lado inversión, en el sentido económico, es una colocación de capital para obtener una ganancia futura. Esta colocación supone una elección que resigna un beneficio inmediato  por uno futuro y, por lo general, improbable. Es evidente que estos conceptos se usan en el contexto de la Economía y las finanzas.
Pongamos un caso práctico de una inversión: Un hombre tiene un ahorro de 20.000 dólares. Con ese dinero, puede comprarse un auto. Sin embargo, decide invertir ese dinero en acciones de una empresa  con el objetivo de venderlas, más adelante, a mayor precio. Los 20.000 dólares que invierte en acciones pueden transformarse, en cinco años, en 40.000 dólares. En ese momento, el sujeto recogerá el beneficio de su inversión y habrá duplicado su capital, con lo que podrá comprar el vehículo y le sobrará dinero. Sin embargo, recordemos que, en un principio, dejó de lado la satisfacción inmediata de un deseo (la compra del auto).

Entremos pues a un ejercicio de lógica, que se vuelve necesario, una vez que ya hemos definido los conceptos. Intentando llevarlo al contexto que habitualmente se ha usado y enseñado;  al interior del adventismo.
¿Quién sería el grupo de accionistas? Los hermanos de iglesia ¿El fin común? Bendiciones y protección de Dios.¿la inversión? Una  "X" cantidad de dinero, a manera de ejemplo : 
Ud. tiene un taxi, y  para que Dios le proteja a Ud. , al vehículo y las ganancias, lo pone en fondo de inversión, así que cada semana deposita, X cantidad. Se resigna y espera “por fe”, a final de cuentas recibirá un beneficio; es decir  por ser fiel a Dios,  a lo menos esperará prosperidad y bendiciones. 
¿Pero si se tratara de aquel caso de un hijo enfermo, por el cual Ud. Ha entrado en sociedad con Dios?, indudablemente lo que espera sera  un milagro, a cambio de su “inversión”.  A funciona y se plantea este axioma.


Esperar que Dios me dé algo a cambio del dinero que "invierto", es en algo ilógico y absurdo, si entendemos el carácter de Dios y los principios Bíblicossin embargo así se ha  aplicado e incluso pretendido arreglar, con aparente sustento BíblicoObviamente,desde mi subjetivo punto de vista, tiene más parecido a las  “mandas”, que se ofrecen en la iglesia católica. Porque de estas se sabe que es una "santa costumbre" de devoción, que consiste en prometerle al Señor algún sacrificio en ofrenda por algún bien recibido; claro que en el "fondo de inversión" u ofrenda especial (como se llama en otras latitudes) doy primero el dinero (sacrificio u ofrenda) y luego, si soy fiel, vendrá el beneficio. Simplemente esto no corresponde.

Entonces simple y llanamente  es una “ofrenda especial” (de las cuales abundan). La  pregunta casi obligada desde un punto de vista cristiano, es  ¿Cuándo y dónde surgió? ¿Tiene sustento Bíblico?

Su Origen
La idea del Fondo de Inversión[2] ya era conocida en las décadas de 1880 y 1890, cuando algunos miembros de iglesia dedicaron algunos proyectos, tales como la cosecha de un acre, cultivos, ganado o dinero en efectivo para colaborar en los encuentros campestres. A comienzos del siglo XX, se comenzó a promover este plan en muchos países del mundo. Por ejemplo, en 1908, en las Islas de la Sociedad, se plantaron “huertas misioneras”.

En 1905, en uno de estos proyectos tempranos, en el pequeño poblado de Hamilton, Misuri, Estados Unidos, Lottie Lohman entregó cinco peniques (monedas de un centavo) a cinco niños. Los niños compraron semillas, las plantaron, y vendieron los productos que cosecharon; criaron pollos y los vendieron, hasta que los cinco peniques llegaron a sumar 11.52 dólares. Entre 1915 y 1924, en la publicación Worker, aparecieron numerosos artículos que ofrecían informes de la manera en que se ganaba dinero para las misiones al distribuir monedas de cinco centavos a los miembros de las clases de Escuela Sabática para “negociar en beneficio de la obra de Dios”; en proyectos tales como la venta de revistas de temperancia: El instructor de la juventud, Señales de los tiempos, y la revista Vida y salud. El dinero obtenido fue entregado como parte de la ofrenda del décimo tercer sábado.

En el Concilio de Primavera de la Asociación General de 1925, el plan fue denominado “Fondo de inversión” y fue asignado oficialmente al Departamento de Escuela Sabática para su promoción, con el acuerdo de que el dinero recibido sería asignado al presupuesto ordinario para las misiones. A partir de allí, ese fondo fue informado de manera separada, y ese año alcanzó US$ 21,860.20.[3]


En  síntesis, este plan se invita a todos los miembros a que lleven a cabo una “inversión” para las misiones en algún proyecto que les permita ganar dinero, y a que entreguen esas ganancias como una “ofrenda especial” (en realidad parece más adecuado este último término).

En cuanto el sustento Bíblico, no lo tiene, aunque en muchas ocasiones (para variar) en primer lugar se percibe que: se hacen anacronismos y eisegesis, a los textos para tratar de encajar este concepto en el registro Bíblico; por ejemplo he escuchado:  “Que la viuda de Sarepta invirtió con Dios” (1Reyes 17:8-24), lo que resulta simple y sencillamente una imposición al texto, de un principio que no enseña este pasaje (ya que su principal enseña es confiar en Dios plenamente: "fe". Basta la declaración en el versiculo 24),  y  en segundo lugar un mal empleo y total desconocimiento de los términos, a decir inversión, fondo de inversión, socio, etc.; y tercero un concepto equivocado o ignorancia total de Dios y su carácter.

Conclusión
Hasta aquí hemos visto que fue una estrategia implementada por la iglesia, para recabar dinero para algún proyecto especifico, y finalmente fue para las misiones. De alguna manera, se podría decir que se invierte "para la obra de Dios" ( compartiendo así el evangelio). 
En la actualidad ha sido muy distorsionada, esta iniciativa, tal como se ha visto en el presente.

Finalmente diré que fue un recurso apropiado para un momento específico. Ahora hay otros métodos para el apoyo misionero. 
El problema de fondo, es como siempre la irresponsabilidad y negligencia para educar correctamente a la grey; dejando que las practicas infundadas (Bíblicamente) superen la realidad. Hay que llamarle a las cosas por su nombre.

Referencias


[1] Aunque es un dato muy difundido en internet , se pudo corroborar con empleados de telefonía en México.
[2] Los datos son citados por el Pastor Danfort Francis en su articulo “Invirtiendo para Jesús” 14 de abril 2012 Marcando el Rumbo n.2 2012
[3]  Ibit

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