Por: Raúl Mondragón
Viajaba por la carretera un día despejado, y de pronto sin previo
aviso, comenzaron a caer unos pedruscos de granizo de unos dos centímetros de
diámetro. Me orille para resguardarme de la constante precipitación, pero note
que el granizo golpeaba, con demasiada fuerza el parabrisas del automóvil, así que en un acto de total estupidez, me
baje del automóvil, en plena lluvia de granizo y viento, para tratar de
cubrirlo con el parasol… al levantar uno de los limpiadores se desprendió,--
pensé en ese momento que estaba roto--, así que no logre, ni cubrir el
parabrisas, ni reparar el limpiador.
Después de unos cinco minutos, acabo el
granizo y comenzó a llover, anochecía,
por lo que desidi reanudar el camino. Obviamente se convirtió en un verdadero
problema, porque el limpiador que había averiado, era justo el del lado del conductor; por lo tanto que no podía ver nada, tenía una "visión empañada". No estaba muy lejos de casa pero fue aterrador conducir
prácticamente, por puro instinto.
Cuando recién llegue a casa, la lluvia también ceso, fui al auto, tome
el limpiador, intente colocarlo en su lugar y
después de unos cuantos
movimientos, se escuchó un clik… y estaba en su lugar ¡no estaba roto!, entendí
que fue la presión del todo aquel
momento.
En ese instante me puse muy homiletico, y vino a mi mente el relato Bíblico
de la "tormenta en el Mar de Galilea", del archiconocido pasaje de Marcos 4:35-41. En especial algunos detalles, que resultan
importantes, después de lo que me aconteció.
Jesús da la primera orden
"Aquel día,
cuando llegó la noche, les dijo:
--Pasemos al otro lado". (Mar
4:35 RV60)
Jesús entra al bote con sus discípulos. Esto
es sumamente importante y en más de una ocasión
pasa desapercibido. Al emprender el viaje por el mar de Galilea, que
figurativamente es la vida misma, nunca estaremos solos. Cuando
se lee esto, es muy necesario mirase en
retrospectiva; porque todo cristiano tiene su día oscuro. Un día cuando “la noche llega” y se encuentra en crisis o
desamino, es necesario oír la voz de Cristo- Él siempre sabe lo
que nos conviene-.
Así que Jesús
da una orden. “Pasemos al otro lado”.
A la parte oriental del lago. Al otro lado, en la dirección opuesta. ¿Dios te
ha pedido algo así? Tú querías permanecer en la orilla, y Él te dice no, ve al otro lado. Sin el ánimo de ser legalista, encuentro que esta orden
implica, un “cambio de rumbo”; muchas costumbres y prácticas que acompañaban
nuestra forma de vida, ya no lo serán más, puesto que iremos con Jesús en otra
dirección, opuesta al "yo", y eso es discipulado. No solamente el cambio de hábitos,
si no de objetivos y de manera de pensar.
Ahora el elemento que muchos juzgan
medular: La tormenta: “Pero se levantó una gran
tempestad de viento que echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba” (v.37)
El lago de Galilea está
muy propenso, a este tipo de eventos; debido a su posición geográfica, en un
valle profundo que está rodeado al este por cadenas montañosa, y al oeste con colinas cortadas por desfiladeros, por
donde los vientos se lanzan sobre el lago y levantan sus aguas en repentinas
tormentas. Así que no es extraño que tuvieran una tormenta. Tampoco nos debería
resultar extraño, que en la vida se
levanten tormentas “repentinas”, que amenazan con arruinar la vida. He aquí una
gran enseñanza para los creyentes:
Los que se hacen a la
mar cuando está calma, a la palabra de Cristo, deben prepararse, ya que el trayecto no está exento de dificultades. Con
esto no quiero decir, como algunos mete culpas afirman, que el ser cristiano es
muy difícil. Lo que es necesario entender es que ahora seguirá habiendo
tormentas, pero no estarás solo como antes, tendrás al creador del universo a
tu lado y no solo te confortara, te llevara a puerto seguro.
Jesús se durmió
Era ya tarde; y después de las fatigas
de un día de actividad enseñando bajo el sol caliente, Jesús se hunde en un sueño profundo (v.38). Esta
parte me fascina, ya que la naturaleza humana de Jesús queda manifiesta, en la
sutileza del cansancio.
Aquí salta la popular aplicación
homiletica: “Te has preguntado durante la crisis y los problemas ¿Qué hace
Jesús? ¿En dónde está Dios? ¿Me escucha? O parece que está dormido”.
Es muy complicado responderle esto a
alguien que atraviesa por la desesperación. Muchos dicen frases anti-bíblicas
como: “Dios te está probando”,”Tu fe es puesta a prueba”, Dios tiene extraños
caminos, o tiene un plan para ti . Para
ser honesto ¿Quién osa tener la respuesta? Tal vez, y solo tal vez, como lo dijo alguna vez Richard
Baxter “El sufrimiento abre la puerta del corazón para que la Palabra entre más
fácilmente.”
Sin ahondar en las profundidades
teológicas o filosoficas, lo cierto es que Dios tiene un plan o propósito, y ese es la salvación de la
raza humana, así que todo evento, tiene por objeto motivos salvíficos.
Aquí incluyo otra
de las partes favoritas de los predicadores. ¿Cómo
reaccionamos cuando llega la crisis? Al principio lucharon contra la
adversidad, haciéndole frente a la tempestad, sin embargo, cuando
aquellos hombres acostumbrados a pescar en aquel lago habían llegado al límite de sus capacidades físicas y mentales, clamaron a su Maestro.
Esto es cierto, aun cuando nos decimos creyentes,
cuando tenemos un problema tratamos de solucionarlo, con nuestros medios y
cuando ya no podemos, se lo dejamos a Dios; siendo que este debió ser nuestra
primera opción. No obstante se requiere mucho equilibrio, en este aspecto
porque se puede tender a la presunción y al fanatismo, pretendiendo espiritualizar todo y no haciendo lo que nos corresponde.
Jesús da la Segunda Orden
"Silencio, Calmate" (39 NVI) dos palabras sublimes de mando. Solo ordeno y al instantante la obediencia; no tuvo que
repetir la orden y “todo” se calmó (el sueño de todo padre).
Los elementos no sólo debían estar en silencio sino que
debían permanecer en calmados, callados. No solo calma, sino “gran calma”.
Ahora Jesús
pregunta a sus discípulos: ¿Por que tienen tanto miedo? ...¿ Todavía no tienen fe? (40 NVI) Era natural que en medio del peligro, estuvieran aterrados (¿y quien no?). Pero tendrían que haberse dado cuenta de que no les sucedería nada malo; porque Cristo estaba con ellos en el barco, desde el principio. Dios sigue ahí
aunque "aparentemente te deje un tramo" “solo” en medio de tus dificultades.Esta es la lección de fe. No solo el milagro en si mismo.
Tener fe significa: decir y confiar que
Jesús es mayor que cualquier problema. Creer no significa que
de inmediato ocurra lo que queremos que suceda, sino confiar en la misericordia
y el poder de Dios en cualquier circunstancia.
Conclusión:
Siempre
hacemos cosas absurdas, cuando estamos en dificultades, los discípulos clamaron
por ayuda; porque tuvieron temor, se sintieron solos es mas; no veían
a Jesús como su primera alternativa. Tenían una visión empañada.
Muchos cristianos tenemos mucha información
acerca de Jesús, pero no una relación íntima. Si así fuera percibiríamos su
presencia a un en medio de las tormentas de la vida.
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