Por: Raúl Mondragón
Cuando un padre de familia quiere ver si su hijio a crecido, es muy simple lo pone de espaldas contra una pared, haciendo que el infante se pare derecho y marca una rayita en la pared, justo en el borde de su cabeza. Asi al poner el metro sabra cuantos centimetros ha crecido.
Cuando un profesor quiere medir el progreso de sus alumnos, periodicamente, realiza un examen para evaluarlos y valorase a si mismo. En general el ser humano siempre tiende a evaluar sus resultados. La pregunta sería ¿se puede medir el crecimiento espiritual de
una Iglesia? o inclusive ¿el de un creyente?
Aunque “medir” los resultados es importante (debe ser en la extensión del término, y no solo determinar el valor de una magnitud ) [1].Por desgracia y la historia así lo
demuestra es que, solo evaluamos los números
y no el "clima o crecimiento en sí".
Esto tiene que ver, en
gran medida en como entendemos la vida
del cristiano, en si misma; es decir si catalogamos el bautismo como el fin de
la vida cristiana, incurriremos en un grave error. Esto por desgracia es el
resultado de entender mal el mandato o comision a compartir el evangelio
registrado en Mateo 28:19-20. Y hemos convertido los medios en un fin, haciendo
del bautismo (aumentando cuantitativamente la feligresía), la meta y
graduación de todo creyente, y esto no
es así, ya que este apenas es el inicio en la vida cristiana (paso de fe).
Aunque previamente a este rito "creímos".
Un texto clave
Todo crecimiento
espiritual, parecería intangible de evaluar, pero para ello tendríamos que
analizar lo que el apóstol Pedro (2
Pedro 1:5-8), tiene que decir al respecto.
El apóstol presenta las
7 cualidades (Fe, virtud; entendimiento, dominio propio constancia; devoción a
Dios, afecto fraternal; y, amor) que llevan al crecimiento en la vida
cristiana, partiendo desde lo mínimo hasta llegar a lo más excelso, en un
proceso dinámico.
La escala comienza con
la fe y termina en el amor. El primer peldaño da el paso inicial, pero no es
posible quedarse allí, es necesario avanzar, llegar hasta el máximo don, el
amor. Entenderlo es vital para vivir un crecimiento cristiano adecuado.
Todas las cualidades se
sintetizan en el amor y se manifiestan en el amor. Un cristiano de verdad, uno
que crece en Cristo, entiende que el amor es el sustento de todo. No es un
agregado, sino el elemento crucial que da sentido a la vida del cristiano.Pablo
mismo, definió al amor como el máximo don en 1 Corintios 13.
El cristiano debe
mostrar a todas las personas el amor que Dios le ha mostrado a él. : El afecto
a los hermanos no es suficiente; el cristiano debe aspirar a un amor que es tan
amplio como el amor de Dios, porque El hace salir su sol sobre malos y buenos,
y llover sobre justos e injustos...(Mateo 5:45).
Evitando el
perfeccionismo
El autoexamen, es un
rasgo muy significativo en los perfeccionistas, por lo tanto la tarea de “evaluar”,
el crecimiento espiritual, es una tarea personal y privada, pues es en la
relación íntima con Dios. Pero es justo aquí donde salen los acusadores y
defensores de Dios, evaluando la “espiritualidad” de los demás. Si bien es
cierto, el fruto del amor será manifiesto; también por otro lado, la amargura,
es un velo que nubla toda buena actitud.
Todo mundo hoy en día,
muy a menudo, hasta los mismos predicadores condenan públicamente “los pecados”
de aquellos que según ellos viven una vida “poco espiritual” y secular. ¿Esto
es lo que Dios pide que hagamos? ¿Fue lo que pidió a Israel?
Dios quiere recuperar
al mundo que le ha dado la espalda, con “amor”. Esto es mostrar lo mejor, No
las amenazas de castigo. Dios no necesita más fiscales, necesita testigos.[2]
Los requerimientos de
Dios, tal como fueron en antaño con
Israel, son: Representar su carácter ante los incrédulos (el prójimo). Su
carácter santo, su bondad que incluye misericordia, gracia, paciencia, verdad y
perdón. En suma, toda la bondad de Dios se halla en su amor. Y es esto último
lo que se si se puede evaluar, por subjetivo que parezca porque es el fruto del
Espíritu Santo (Gal 5:22).
Referencias y Bibliografía
[1] Evaluar es:
Analizar una cosa para determinar su valor, importancia o trascendencia:
evaluar la eficacia; evaluar el coste de las ayudas.
Medir es: Determinar el
valor de una magnitud.
2 Considerar y calibrar las ventajas o
inconvenientes que implica hacer algo: debemos medir los riesgos antes de
[2] Ken MacFarland, Los llamados, los escogidos:
Dios siempre ha tenido un pueblo. Review
and Herald Publishin Association: EUA, 2007),56-58
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