“Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía”. (Marcos 10:16 RV60)
Con una gran seguridad entre por las puertas de aquel recinto; era el segundo sábado que asistía, al culto matutino, apenas el anterior había sido bautizado en la IASD. Existía una gran expectativa por escuchar el sermón; en realidad, durante mucho tiempo pensé que solo eso valía la pena en toda la mañana.
Mi vista se dirigió hacia el frente, y contemple, en la plataforma una escena de la cual no encontraba explicación. Se trataba de la “presentación” de una niña; de aproximadamente dos o tres años; con su hermoso vestido, al estilo princesa de cuento, acompañado de sus también engalanados padres.
No podía dar crédito a lo que veía; me sentía burlado, y acometieron a mi mente una serie de interrogantes: ¿Cómo también hacen esto aquí?, ¿A dónde vine yo meterme?, ¿Sera que en la Biblia se enseña esto? ¡Pero si esto es lo que hacen en la iglesia católica, no puede estar bien! - me lo decía repetidamente- . Tal vez si hubiera escuchado con atención las palabras que el hermano (anciano de iglesia) dirija a los padres de la pequeña; hubiera entendido, el asunto. Estaba tan abrumado que no tuve el valor de preguntar a nadie sobre el tema.
Después de 13 años de pertenecer al movimiento adventista; he presenciado una docena de “presentaciones”; y aclaro que ahora no estoy en contra del mismo, y he llegado darle su justo valor.
No es la presentación, en sí misma, lo que me intriga ahora, sino toda la parafernalia que le rodea. Digo presentación y no dedicación, ya que comúnmente se le llama así, aunque existe, una notable diferencia, ya que no se trata simplemente presentarlo a la comunidad de feligreses; entenderlo así confunde sustancialmente el significado del rito.
Dedicación o presentación
En principio de cuentas; en las Sagradas Escrituras no hay enseñanza de dicho rito. Obviamente aunque no exista, como es el caso de muchas enseñanzas (teocracia, divinidad, etc.), no implica que el principio del cual proceda tampoco exista. La pregunta adecuada seria entonces: ¿Pero es apropiada desde el punto de vista bíblico? La respuesta es un sí contundente.
La dedicación de los hijos de Dios, especialmente la de los primogénitos, se practicó en los tiempos del Antiguo Testamento. Existen ejemplos como los de: Ana, María y José. Aunque claramente el Nuevo Testamento no ordena un ritual así, la forma como Jesús se relacionó con los pequeños nos alienta a dedicar los niños a Dios.
En el incidente de la bendición de Jesús a los niños de Marcos 10:13-15
“Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía. (RV95)
Podemos notar dos puntos significativos en el texto:
1. Jesús bendijo a los niños. Sería inadecuado si los discípulos se opusieran cuando la bendición era solicitada por los padres. Ningún cristiano, que se precie de serlo; debería oponerse a esta bendición.
2. Jesús se indignó con los que se oponían a la bendición. Es muy comprensible, por lo citado anteriormente. Sin embargo, se sabe que un sector legalista y fariseo de la iglesia (ASD) puede objetar la dedicación de los niños, porque a muchos por sus antecedentes religiosos, los llevan a asociarlo, con las todas las iglesias que practican el bautismo infantil. Por lo tanto hay que insistir a los que ofician (pastor o anciano) que hagan notar, que “no es una ceremonia bautismal “y por lo tanto no debería parecer como tal, tanto en la forma y como en el fondo.
Esta es la razón del por qué en la dedicación infantil, no hay padrinos o madrinas, ni se les pone formalmente el nombre a los pequeños. Al tratar de involucrar a toda la familia, hay que tener sumo cuidado, de no dar esta apariencia, porque entonces se convierte en un “ritual de presentación a la comunidad” y no dedicación. Pero lo acostumbrado es realizarlo, en un “templo” como parte del culto sabático, y es ahí donde, se parece más bien a una “presentación de 3 años de la iglesia católica o a una “confirmación”.
Propósitos de la Dedicación.
Hay cuatro propósitos básicos que son recomendables seguir para evitar confundir el “ritual”:
1. Agradecer a Dios por el milagro de ese nacimiento. Es extraordinario el nacimiento de un ser humano, no hay duda alguna.
2. Hacer un pacto con los padres para que críen al niño de forma tal que ame a Jesús. Lo más importantes en este aspecto, es hacer un verdadero compromiso, con los padres para la educación correcta a sus hijos y en general el cuidado de la unidad familiar.
Esto me resulta interesante, al interior de nuestras congregaciones; porque no siempre son los padres del pequeño, quienes solicitan la dedicación. Siendo realistas,en algunas ocasiones, es el abuelo, quien pretende esta bendición para sus nietos. Obviamente ese no es problema, es loable este acto de amor; sin embargo al estar ausentes los padres, y al no involucrarse activamente este rito, se transforma solo y lamentablemente en: “darle gusto abuelo, y dejarle que haga lo que su iglesia acostumbra".
Por supuesto no tengo nada en contra de esto; sin embargo hay que considerar si el abuelo, cuenta con la influencia adecuada sobre los padres, ya que estos últimos son los responsables directos de la formación del infante ; ya que de dicha “influencia” se dependerá para que el pacto resulte eficaz. Honestamente lo he visto en mi contexto con muy poco éxito.Claro que sería entrar en el terreno de lo subjetivo; pero por desgracia, en nuestra sociedad el ser abuelo, aunque sea respetado, está muy demeritado.
Considero que los abuelos están para consentir, guiar y modelar en unos términos más “relajados”; por otro lado; sin animo de juzgar, mas bien parece un intento de enmendar , por medio del nieto, las deficiencias, contiendas o rebeldías con los propios hijos.
3. Comprometer a la congregación para que proporcione los medios y el apoyo necesarios para ayudar a los padres en su tarea. Es un solemne llamado a la responsabilidad enorme que tiene la congregación, con estos pequeños.
Pero esto ocurre solo en el país llamado “utopía”, la realidad es que solo es un acto simbólico, donde se compromete a lo más a la directora de cuna (quien representa a la iglesia o divisiones infantiles) y nada más. Si acaso serán los amigos más íntimos y cercanos a los padres o abuelos, quienes intenten cumplir con este compromiso.
Desde esta perspectiva, me resulta más adecuado, lo que algunas culturas favorecen: "Una presentación del bebé en el hogar”; esto seria mas adecuado, en relación al compromiso con los padres y para involucrar a los que verdaderamente se comprometerán con el infante.
4. Es indispensable el sentido común en el desarrollo de la bendición, para evitar contratiempos (que el niño llore, a largar el sermón, etc.), y para no dar otra impresión que no sea el de dedicar al niño.
Bendecir al niño y dedicarlo a Dios.
Dicho lo anterior se trata de una dedicación, una presentación del niño pero a Dios, una acción de gracias y de fe, una súplica de bendición divina. Lo que se practica en muchas congregaciones solo una “presentación social” del niño a la asamblea; y aunque en cierto sentido si lo es, la dedicación a Dios, es más importante.
Equilibrando estos dos aspectos, se traducirá en una enorme bendición. Dicha bendición no debe ser un acontecimiento superficial, y solo una excusa para hacer fiesta e invitar a los miembros de la iglesia; y a los que no los son; es decir a los familiares que asistieron al rito, aunque en honor a la verdad, estos últimos siempre resultan ser los mas respetuosos de toda la liturgia. Sin embargo al final no tienen la más mínima idea de lo que ocurrió, ni de su verdadero significado a la luz de la Biblia, esto porque, fue realizado sin las consideraciones anteriores.
Conclusión.
La bendición de los niños no era un acontecimiento superficial, en registro Bíblico. Y por lo tanto, siempre ha de llevarse a cabo cuidadosamente.
Debe hacerse un verdadero compromiso con los padres, para la educación correcta de sus hijos, esto evidentemente, se puede realizar, paulatinamente mediante la visita pastoral,en el hogar familiar, y concluido en la ceremonia de dedicación.
Ya sea en el templo, como se estila mayormente, o en un hogar particular,siempre ha de llevarse a cabo cuidadosamente, dando la honra a Dios y gozo a la familia.
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