lunes, 19 de noviembre de 2012

PADRES ABUSIVOS


Por: Raúl Mondragón




"La educación es la vacuna contra la violencia."  Edward James Olmos

Hoy presencie este acto de bestialidad (con respeto a las bestias) de alguien que se dice "padre", quien jaloneaba a su pequeña hija; de  la que calculo  tenía apenas unos dos años y medio, (supe todo esto, porque la pequeña le decía "quiero ir con mi mami… papa, mientras lloraba con sentimiento).  Este cavernícola le decía, con tono prepotente y frio:  -¡Ah... conque no me vas a obedecer!- al mismo tiempo que  colocaba las manos en la cintura, y lanzaba una mirada amenazadora inyectada de coraje, de esas miradas que solo se lanzan los boxeadores arriba del cuadrilátero; como si se tratara de un adversario, que ironía... Porque, ¿alguien cuya responsabilidad es cuidar, amar y proteger a un niño llega a esto?

Me cuesta mucho trabajo observar, leer y situar que entre las prácticas "de crianza", más comunes se encuentra el amenazar  y maltratar a un niño, pero por desgracia ésta es bastante habitual.
Pegarle a un niño no es criar ni educar, no es cuidar, de hecho en muchos países, como en España, está considerado delito, aunque aún mucha gente lo desconozca, y no debería existir el debate o la controversia al respecto. Existen campañas institucionales y de las organizaciones, en todo el orbe que velan por la infancia para procurar que en las distintas sociedades se erradique esta forma de maltrato a los niños.

Sin embargo, cada vez que tocamos el tema, aun  en algún foro aún cristiano, muchos padres consideran que un azote, un cachetada, una manazo, una nalgada a tiempo sirve para educar, e intentan  “controlar” los desplantes o caprichos del niño, incluso afirman que con ellos  conllevara a la larga resultados positivos. Grave error,  yo no soy psicólogo, pero tuve una infancia marcada por este tipo de actos y honestamente aún me cuesta relacionarme con mi padre, llevo cicatrices emocionales.

En ese momento no pude evitar lanzarle una mirada escudriñadora y apretar la quijada, como diciéndole: ¡Por favor desiste de lo que haces o si no…! Y algo de lo que hasta ese momento no me había percatado, y fue muy  reconfortante es que no era el único que miraba ese absurda demostración de poder, ya había varios varones que apretábamos los puños; así que ese “cobarde abusivo” cambio de estrategia.


Reflexiones finales
Los Psicólogos y terapeutas dirán sin duda que el maltrato infantil representa una grave disfunción en las relaciones familiares y sociales. En consecuencia, el maltrato tanto pone en peligro y afecta el desarrollo de la competencia en el niño (socio-cognitivo, emocional y conductual), con lo cual evidentemente muchos estamos de acuerdo.

Por otro lado es cierto que ningún padre es perfecto y quejarse de los errores de los progenitores es habitual, pero debemos advertir que existen personas que tienen la desgracia de tener padres verdaderamente "tóxicos". Por tanto nuestra tarea es  identificar, orientar, educar, no solo a las víctimas, si no a los victimarios; ambos necesitan ayuda.  

Esto resulta muy importante porque tradicionalmente, el maltrato infantil se ha considerado como resultado de deficiencias individuales, atribuyéndose las conductas de violencia y maltrato hacia el niño a características de personalidad, desordenes psicológicas, y otras "anormalidades" intraindividuales. Sin embargo, distintas investigaciones indican que tan sólo un 10% de los casos de violencia familiar pueden atribuirse "exclusivamente" a rasgos de personalidad, enfermedades mentales, o psicopatologías (Steele, 1978). Entrando en juego factores como el contexto social, económico, etc.[1]



Referencias


[1] Maltrato Infantil:  Un Modelo de Intervención desde la Perspectiva Sistémica E. G. Fuster, F. García y G. Musitu Ochoa, pag 74. Disponible en http://www.uv.es/~garpe/C_/A_/C_A_0003.pdf 

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